jueves, 13 de septiembre de 2007

Una historia en las Termas...

Luego de tantos arrebatos y discuciones, este personaje logro su objetivo. Queria "transformarse", nos decia.. Logico que asentir fue lo primero que hicimos, pero al momento de verlo "trasformado", dimosnos cuenta de la asquerosidad a la que queria llegar este pervertido personaje. No me pregunten como se llama, no me lo permiten... Solo sus conocidos, amigos y familiares podrian destapar su misterioso nombre...
Esto ocurrio una helada noche, al calor de una estufa que, a duras penas lograba mantenernos temperados. Mientras pasaba la noche, y nos dormia el aburrimiento, nos dio la de jugar naipes. Naipes, si. Consistia en repartir 9 cartas, una carta a cada persona. Entre las cartas habia una en especial, el Az de diamante, la cual obligaba al portador a escoger entre dos apretadas opciones, verdad o desafio. Cuando se escogia verdad, el jugador debia contestar con la verdad hasta las mas oscuras preguntas que se le formulaban, y cuando se escogia desafio, debia realizar cualquier proheza que se le acometia.. jajajja cualquier wea que se le decia, al buen chileno formal.
Repartimos las cartas, éramos 8, cuatro hombres y cuatro mujeres. A la señal, destapamos nuestra suerte y.. fue a él a quien le toco el Az de diamantes. Con un rugido desenfrenado comunico su descontento, pero esto no nos obligaba a parar el juego, las reglas eran claras, debia escoger.
"Hmmm, verdad..no desafio, si desafio", él dijo. Nosotros asentimos en son de Ok, hecho. Nos juntamos el resto, pesabamos en algo chistoso para que él hiciera. Al momento de la verdad le expusimos y explicamos qué debia hacer. El no queria, peleaba y discutia, decia que era muy fome y, fui ahí cuando
proclamó diciendo, "quiero transformarme". Quedamos atónitos a tal generalizada propuesta, le pedimos especificaciones, que explicara lo que rogaba le aceparamos.. Pero no fue asi, no quiso explicarnos. Quedamos expectantes. Esperabamos respuesta. Luego dijo, "ya?, voy y vuelvo. Esperense". No entendiamos que diablos sucedía, pensamos mucho en lo que podria llegar a hacer, pero nunca eso. Cuando llegó, perplejas carcajadas dormian nuestras miradas, fijas en aquel personaje, sujeto en un pedestal de hierro forjado a pesar de las burlas. Se sento en una silla, era su puesto. Lo mirabamos, lo seguiamos mirando. ALgunos sacaban sus camaras, otros reíamos y comentabamos ese disfraz pervertido. Era un travesti, un transformista, un asqueroso y demoniaco pervertido, sediente de lujuria homosexual que emanaba de su sonrisa y ojos. Mas que decir no hay. Esto fue todo lo que alcanze a grabar en papel.

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